Y es que es difícil no caer en una ensoñación poética con
las propuestas tan rebosantes de femineidad y color
que inundan el imaginario de muchos
diseñadores en las recientes colecciones.
Las flores son un clásico de la primavera-verano y este año no pierden terreno. Ya sea en una paleta sutil de pasteles o
en una de sobre saturados colores, en forma de
estampado, apliques, bordado o brocado, la tendencia germina dentro de los tejidos cuando el sol radiante anuncia la llegada del calor y se
adapta al público de cada creador adquiriendo el sello personal de su marca.
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